El Cuidado de Los P
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Pequeos, frgiles, inquietos, entraables y habitualmente esquivos, los pjaros son una de las criaturas ms afortunadas de la naturaleza pues poseen el don ms maravilloso de todos: volar. Con frecuencia envidiadas por el hombre e imitadas desde hace siglos, las aves nos demuestran una y otra vez que nunca conseguiremos volar por nuestros propios medios y que necesitaremos para ello algn tipo de mquina o aparato que nos permita mantenernos en el aire. El ser humano puede nadar de modo similar a los peces, horadar la tierra como los gusanos, correr como los caballos, trepar como los monos y hasta construir viviendas complejas como las hormigas; todo eso lo puede hacer con la sola ayuda de sus manos, pero volar con sus propias facultades lo tiene vetado por la naturaleza. Por eso no nos debe extraar que su frustracin le lleve frecuentemente a privar a las aves de su don ms preciado, el de volar, como si con ello quisiera demostrar que sigue siendo el ser ms hbil en la naturaleza. Afortunadamente el hombre tambin es un buen protector de los animales, pues al enjaular a un pjaro tambin le est protegiendo y alimentando, y hasta podemos lograr que sean felices encerrados. De todos modos, nunca se olvide cerrarles la puerta de la jaula, puesto que basta con dejarla un poco entreabierta para que emprendan un veloz vuelo sin retorno. Mejor demostracin sobre sus verdaderos deseos, imposible. Desdichadamente, para que puedan estar junto al hombre solamente se ha encontrado el incruento modo de encerrarles en una angosta jaula, pero esto que aparentemente parece un contrasentido (si les encerramos no podemos jugar con ellos), es el mejor medio para que no nos conformemos con verles volar en la lejana. El sistema ha dado buen resultado, y nadie puede negar que la mayora de los pjaros de jaula logran ser felices y desarrollarse perfectamente, al menos si lo evaluamos escuchando sus trinos, sntoma inequvoco de que todo est en orden en su vida. Delicados y casi siempre bellos, los pjaros enjaulados parecen no aportar nada a las personas, pero cuando la pequea mascota cae enferma y mucho ms cuando muere, todo el hogar se queda mudo de tristeza durante unos das. Tan delicada es nuestra relacin con ellos que les solemos poner nombres en diminutivo y les llamamos as esperando una respuesta que nos haga ver que nos han entendido, aunque reiteradamente el coloquio entre aves y humanos sigue siendo imposible. Tan alejados estn de nuestra propia escala evolutiva que salvo especies muy concretas, como los loros, resulta difcil que puedan vivir en plena libertad dentro de los hogares del mismo modo que lo hacen perros y gatos, ni siquiera a cambio de comida. La naturaleza tambin parece poco acogedora con los pjaros, con tantos depredadores sumamente poderosos a su alrededor y un clima hostil tanto en verano como en invierno, pero si ellos han conseguido evolucionar y sobrevivir desde hace milenios, con seguridad nos acompaarn otros tantos aos. Por todo ello, si usted adquiere un pequeo pajarillo, un recin nacido, el cual apenas parece darse cuenta del inmenso mundo que existe fuera de los barrotes de su jaula, sepa que cuidndole y alimentndole con cario seguramente conseguir que sea feliz. Y es que comida y cama son dos cosas que todos queremos, especialmente si nos las dan gratis.
Publisher Name | Createspace Independent Publishing Platform |
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Author Name | Hagendorf, Col |
Format | Audio |
Bisac Subject Major | NAT |
Language | PA |
Isbn 10 | 1492762881 |
Isbn 13 | 9781492762881 |
Target Age Group | min:NA, max:NA |
Dimensions | 00.90" H x 00.06" L x 00.00" W |
Page Count | 118 |
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